Cuenta la leyenda que Jack era un bebedor, jugador y holgazán que engañó al diablo a cambio de una última bebida en la Noche de las Brujas o de Halloween. El diablo aceptó el trato y se transformó en moneda para pagar al tabernero esa bebida. Jack cogió la moneda y la metió en su monedero donde tenía una cruz y el diablo no pudo volver a su forma original. Jack le dijo que no le dejaría salir mientras no le prometiera que no iba a pedir su alma en un plazo de 10 años. El diablo tuvo que aceptar ese trato.
Diez años más tarde volvieron a reunirse en el campo y Jack, pensando en cómo salir de esa situación, dijo al diablo: "Iré contigo pero antes tienes que traerme la manzana de ese árbol". Éste, de un salto llegó a la copa del árbol pero antes de bajar Jack talló una cruz en el tronco para impedir que pudiese bajar. Jack le obligó a prometer que jamás le pediría su alma y el diablo tuvo que aceptar de nuevo.
Cuando Jack murió no pudo entrar en el cielo debido a sus pecados y tampoco pudo entrar en el infierno por haber engañado al diablo. Para compensarlo el diablo le entregó una brasa para iluminar su camino en la noche helada por la que debería vagar hasta el Juicio Final. La brasa estaba colocada dentro de un nabo ahuecado.
Los irlandeses solían usar nabos para fabricar sus "faroles de Jack" pero cuando llegaron a Estados Unidos vieron que las calabazas abundaban más que los nabos. Por ello empezó la tradición de tallar calabazas para Halloween y transformarlas en faroles con una vela interior. El objetivo del farol era mantener alejados a los espíritus malignos de las personas y de las casas.
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