La costumbre del “truco o trato” o pedir caramelos de puerta en puerta, surge en 1930 y tiene como origen una práctica de Europa durante el siglo IX llamada souling, una especie de servicio para las almas. El 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos, los cristianos primitivos iban de pueblo en pueblo mendigando “pasteles de difuntos” (soul cakes), que eran trozos de pan con pasas de uva. Cuantos más pasteles recibieran los mendigos, mayor sería el número de oraciones que rezarían por el alma de los parientes muertos de sus benefactores. En esa época se tiene la creencia de que los muertos permanecían en el limbo durante un período posterior a su fallecimiento y que las oraciones, aunque fueran rezadas por extraños, podían acelerar el ingreso del alma al cielo.
La práctica se trasladó a los Estados Unidos como un intento de las autoridades por controlar el vandalismo que se producía durante la noche de Halloween. Hacia fines del siglo XIX, algunos sectores de la población consideraban la noche del 31 de octubre como un momento de diversión a costa de los demás, inspirados por la “noche traviesa” (Mischief Night) que formaba parte de la cultura irlandesa y escocesa .y aunque los actos consistían en bromas pesadas como derribar cercos o enjabonar ventanas, acabó derivando en auténticos actos contra personas y animales y tuvo un punto máximo en la década de 1920 con las masacres perpetradas por los enmascarados del Ku Klux Klan.
Los grupos de la comunidad comenzaron a proponer alternativas de diversión familiar para contrarrestar el vandalismo: concursos de calabazas talladas y disfraces o fiestas para niños y adultos. De este modo, se proponían retomar el espíritu de los primitivos cristianos, y así iban casa por casa disfrazados o con máscaras ofreciendo una sencilla representación o un número musical a cambio de alimento y bebida y luego más adelante, derivó en dulces y caramelos.
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